Sueños
-Cuando subí la pendiente que separaba
las dos laderas, gracias a que el río había descendido a menos de la mitad de
su caudal, atravesé la zona hacia la otra orilla con mucho menos esfuerzo,
coronando la cima del llamado montículo de Cairns. Al otro lado se extendía la sabana
Africana, la cuna de la humanidad, el lugar donde terribles y feroces
carnívoros campan a sus anchas alimentándose de cebras, ñus, y otros tantos
bichejos. Aquí es donde comienza la verdadera historia, de este descomunal
viaje, que me llevó a saborear lo más mágico que jamás pude vivir. Sí, una
magia especial en el aire se extendía hacia todos los puntos cardinales. No os
voy a contar lo que sucedió después, porque no me creeríais, pero os puedo
asegurar que el cielo está repleto de estrellas, de puntos luminosos que
brillan sin parar al mismo latido que nuestro corazón. No pude contener las
lágrimas al ver aquel espectáculo gratuito de la naturaleza y lloré...
- Entonces papá, ¿luchaste contra un
león?
- No quiero asustaros. Pero sí, tuve que
hacerlo.
- ¡Que pasada! – Exclamó el más pequeño
de los dos -. Entonces eres superfuerte.
- Yo no me lo creo – dijo rápidamente el
otro – porque a papá le cuesta sacar la basura diciendo que pesa demasiado.
- ¡Escuchad hijos! … - y se detuvo.
- Por favor – le dijo su mujer – deja de
contarle a tus hijos la misma historia resumida de siempre, de los capítulos de
National Geographic y báñalos – le expuso cortándole su sueño imaginativo.
- No hagáis caso a mama. Ella sabe que algún día iré, y ella vendrá
conmigo. Hasta entonces la única manera de tener aventuras será contaros lo que
viví después de la batalla, y el encuentro con los beduinos. ¡Tremendo!….
¡Tremendo!…
Otro de microrrelatos repentinos. Esta vez el tema, el viaje soñado.
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