Mi novia es Bióloga. Conoce como la palma de mi mano lugares que desconozco. Le gusta volar a vista de pájaro por parajes riojanos, y sabe cuando las nubes traen la lluvia, cuando el sol está en su zenit, y cuando el corzo baja a beber agua al río. Un río serpenteante, que escudriña las rocas para fugarse entre ellas. Sí, yo pretendí hacer lo mismo, fugarme, escaparme de sus arrebatos paisajísticos, charlas nocturnas sobre la fauna del sistema ibérico y el Ebro. Ebrio estoy de sus palabras, ella ama más sus conversaciones que el amor que nos profesamos, y que juremos llevar a lo más alto. Allá, al pico más elevado, el San Lorenzo, me llevó un día gris, nuboso, con visibilidad escasa. Aquí cerca hay una estación de esquí, me dijo, pero si permanecemos en silencio podrás oír el murmullo de la vida de la montaña. El viento soplar entre las rocas, y como se funde el cielo con la tierra. Otra empalagosa historia, pensé, ella sabe que no soy romántico, que prefiero beber unas cervezas en un bar transitado a estar a solas en un pico helado muerto de frío adornado con palabras melosas. Lo que deseaba era poder sacar el corzo que llevo dentro, mostrarle mis entrañas, el jabalí hurgando en su torso, la perdiz picoteando entre el verde de sus ojos, y sentirme libre por entre los pliegues de su piel. No soporto más la historia, las montañas y los arrebatos de locura biológica. Para calmar mi instinto le propuse hacer un extracto de nuestros pros y contras, para mejorar, para entendernos el uno al otro. Al día siguiente me trajo un extracto de tomillo recogido en las laderas del San Lorenzo para que me bajara la fiebre.
Imagen montaña San Lorenzo
Este es el micro seleccionado. La deliberación final es mañana día 12.12.12 a la que no voy a poder asistir. Les he enviado un texto para que lo lean en mi nombre. Esperaré ansioso saber cual es el resultado final. Esperemos que vaya bien la celebración, seguro será un éxito.
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