Mi cielo preferido
Mi madre estuvo en el cielo. Siempre le pregunté que había allá arriba, y
ella se enzarzaba en explicaciones que acababan embotándome la cabeza. Al final
prefería pisar con los pies en la tierra y dejarme de querubines, preferencias
y bonanzas.
Su discurso se agrietaba cuando decía: “hijo si supieras, desde que conocí
a tu padre me he ganado el cielo con creces.” Ella tenía una pequeña porción
exclusiva para sus necesidades. Cuando discutía con mi padre, se asomaba a la
ventana, y miraba a las nubes buscando su porción. Al acabar volvía contándonos
historias sobre todo lo que había experimentado en su corto curso hacía el
final del túnel, ¡toda una experiencia!.
Siempre la rechazaban, “no es su hora señora, venga más tarde.” Hasta que
en una de las visitas a la ventana se asomó con el infortunio del desplome de
la maceta de treinta kilos, un geranio al que le dedicó parte de su vida. Murió
en el acto. Nuestra vida cambió. Mi padre al no tener a nadie con quien
discutir se marchó de casa, decía que la vida había perdido el color añil, ese
cosquilleo del tira y afloja. Solo en casa comencé a tener las visitas de mi
madre. El primer día que la vi estaba planchando.
Decía que era su ojito derecho, y ahora como estaba en el cielo tenía todo
el tiempo del mundo para ayudarme. Y la verdad que sus comidas son más
exquisitas y la repostería es excelente. Dice que se respira otro aire en casa
sin mi padre, que si lo llega a saber se hubiera muerto antes, porque nunca
aceptó que su marido le dijera que se dejara de tonterías, que las únicas nubes
las tenía en la cabeza. Todo porque, hijo, tú eras mi cielo.
Texto publicado en el blog de la Vanguardia durante el mes de Enero del 2013
Es de una dulzura exquisita. Me ha gustado muchísimo. Sé que es una frase muy manida esta última, pero en mí surge espontánea cuando algo me atrapa de veras.
ResponderEliminarFelicidades por esa publicación, Ponfiel.
Un abrazo.
Siempre es grato que alguien te halague en lo que haces. La verdad si te pones a pensar lo que realmente importa es que lo que escribes llegue dentro. En definitiva los que escribimos buscamos la interacción con el lector, transmitir, decir, hacer ver, llegar a conclusiones... todo un mundo de acciones que sin tocarlas ni vivirlas directamente te hacen mella. A veces dudo de si lo he conseguido con aquello que escribo, pero si tu me dices que te ha gustado y te llega, solo con uno que sea, estoy más que satisfecho. Trabajo conseguido.
ResponderEliminarGracias por estar por aqui.
Un abrazo.
Corrección de verbo
ResponderEliminarTe hagan mella en vez de te hacen...
todo un mundo de acciones que sin tocarlas ni vivirlas directamente te hacen mella.
Disculpa el error
Un excelente relato, me gustó mucho.
ResponderEliminarUn saludo.
Buenas noches Jorge. No quiero repetirme, pero te digo lo mismo que a Isabel.
ResponderEliminarUn abrazo
Guau ¡Tremendo, Francisco! Narrado en primera, con un lenguaje muy cuidado "se enzarzaba en explicaciones", "su discurso se agrietaba" y esa oración final demoledora.
ResponderEliminarEn suma, un cuentAZO. Felicitaciones.
Abrazos van
Buenas Sandra. Tus palabras me enamoran, tanto que las voy a enmarcar. Ya tengo pensado donde colocarlas. Me resultan tan frescas que me llenan de espíritu vital, para seguir. Son toda una joya, que no te quepa duda.
ResponderEliminarAbrazos recojo, y te doy.
Un besote.
Se lee con mucho gusto este texto, Francisco. Y así lo he hecho.
ResponderEliminarOtro.
Vinieddo palabras de ti, me hacen sentirme muy bien. Eres otra de las personas que admiro y les tengo mucho respeto.
EliminarGracias por dejar señales de tu paso. De corazón.
Un abrazo.