Mi Ángel
Cuando mi madre despertó, yo ya era otro. Me miró y
no supo reconocerme. Ni siquiera mis ojos le eran habituales. Tampoco el roce
de mis manos, ni mis palabras, ni nada de lo que yo había sido. Un amargo
trance bajó en picado hacía mi garganta, sin poder tragar la saliva hice por
sonreír. Ella me miraba cual extraño dentro de su paisaje de recuerdos, sin
verme, sin oírme, sin olerme. Caminé alrededor de la cama, y cogí el muñeco que aun guardaba en la
estantería. Ese pequeño recuerdo le llevó a adentrarse en su mundo, borroso,
difuso. ¿Quiere algo?, le pregunté. Nada, me dijo. Entonces le sonreí
diciéndole, soy yo madre. Miró a su alrededor y un sabor agridulce recorrió la
habitación, deshojando la maleta que había encima de la silla, y que tantas
sorpresas llevaba guardadas de tantos años de recorrido. Más muerta que viva miró hacía la ventana. Mi
Ángel, me dijo. Soy Pedro, contesté. Me senté a su lado y le cogí de la mano.
Ella volvió a sonreír, diciéndome que estaba preparada, que ya no tenía más
fuerzas para luchar. La cogí entre mis brazos y expiró su último aliento. Lloré
amargamente su despertar.
Con este micro participo el mes de enero 13 en este estupendo concurso mensual. Todo un lujo por la calidad de los participantes. Una muy buena dosis de excelentes micros a partir de un tema mensual.
Lo leo y quedo más muerto que vivo. De momento, eso sí, no veo por aquí a ningún ángel.
ResponderEliminarExcelente. Un abrazo.
Pues revive. No lo he escrito para que mueras sino para que sientas.
EliminarGracias por tu lectura.
¡Muy bueno, Francisco! Mucha sensibilidad en un relato intimista. Mucha suerte para ENTC.
ResponderEliminarSaludos van.
A ver, que Dios te oiga. Sería un gran regalo, de esos que te desbordan.
EliminarGracias por estar por aquí.
Bonito relato de una triste despedida. Quizás ella sabía más, quizás sí que eras su ángel, ese ángel amado que la llevaba de la mano en su último viaje.
ResponderEliminarUn abrazo y suerte.
Una muy buena reflexión. Si, me inspiré en cosas que me han pasado a lo largo de la vida, tan duras como esta situación que relato. Un pequeño granito de arena en el desierto, pero con la sensibilidad a flor de piel.
EliminarGracias por tu comentario, me enriquece.
He leído el relato una vez he dejado que tomara poso y lo he vuelto a leer. Entonces se me han saltado las lágrimas por su tristeza, por el amor que destila.
ResponderEliminarDespués de tanta emotividad...un beso.
Cuando escribes siempre expresas una parte de ti, de tus vivencias, situaciones, etc... en él hay un pequeño grano de arena de unas vivencias que tuve hace unos años con niños. Verlos marchar era trágico, pero me hicieron ver otras cosas importantes. Ese amor que recoges es el que todavía tengo en mi y que quedará para siempre. En este texto son ellos los que viven.
ResponderEliminarGracias por emocionarte, dice mucho.
Saludos y besos a ti también.
Solo puedo decir que es increíble, la amargura, el pesar, la tristeza... has expresado todo eso y más con una dialéctica memorable. La vida es un camino largo, a veces triste y otras no tanto, si ahora el camino te ha sorprendido con una mala noticia no temas, sigue adelante, merece la pena.
ResponderEliminarY después de este rollo que te acabo de soltar quiero que sepas que te has ganado otro seguidor, me pasaré a visitarte amenudo.
Si quieres visitar mi blog (que trata temas parecidos al tuyo) te dejo el enlace aquí http://thelostsilence.blogspot.com.es/
Un saludo
Víctor, me llegan tus palabras sinceras, y eso es lo que realmente queda por encima de cualquier mal. Como dices la vida es un camino largo, pero envidiable, que ha de ser vivido con intensidad. Por supuesto que me pasaré por tu blog. Es bueno aprender y recoger, para sobrellevar el paso con ahínco y fuerza.
ResponderEliminarGracias por tus palabras.
Saludos y buenas noches.