En una nueva emisión del cuento de los viernes, se ha efectuado la lectura del relato "Viaje insólito" que se publicó en el libro recopilatorio "Vacaciones si yo te contara" de La esfera cultural. En el siguiente enlace podéis escuchar el relato.
Viaje insólito
No hubo forma
posible de tomar una decisión clara entre todas las ofertas que teníamos frente
a nosotros. Todas eran válidas, por su atractivo paisajístico, riqueza cultural
y exotismo. Mi marido y yo dejamos pasar la oportunidad de poder disfrutar de
unas buenas vacaciones en el trópico, junto a aguas cristalinas, playas de
arena fina y blanca, sol a todas bandas y lugares donde la naturaleza fuera
apabullante. Él quería Cancún y las Bahamas. Yo el corazón de áfrica, las
Seychelles, navegar por el Nilo y recorrer las enigmáticas ciudades
subterráneas de Turquía. La confrontación nos llevó a disgregarnos hasta
dejarnos vencidos, separados por camas en habitaciones contiguas. Mantuvimos la
distancia durante los largos días de verano, sin apenas dirigirnos la palabra, a
través de señales, o simples notas que invadieron la casa, mantuvimos la
relación hasta que el destino vino a cambiarnos la vida.
Aquella tarde de verano, de un día
caluroso, angosto por el sudor, mi marido y yo nos mirábamos de soslayo con
ceño fruncido, por las desavenencias de haber sustituido lo paradisíaco por las
baldosas de casa. Pero aquella tarde, justo frente a la ventana de la cocina, a
escasos cinco metros del otro bloque, vimos a nuestro vecino prepararse las
tostadas de la tarde. Sonriente y complaciente nos saludó sin otra
intención más que la de ser agradecido.
Como autómatas lo saludamos sin importarnos la expresión tirante de nuestras
caras. Jonás, el vecino, era un hombre excéntrico, amable, atento y cordial. Un
hombre capaz de transformar su precaria vida en algo bello, en desarrollar su
parte más humana, y potenciar los valores que pudieran llevar a un equilibrio
justo. Su benevolencia y altruismo le llevó por aquellas casualidades de la
vida a enterarse de nuestras desavenencias conyugales por las vacaciones.
Rápido se puso en marcha, y como por arte de magia se acercó con un libro
titulado: “Como dar la vuelta al mundo
sin marearte”. Sin pronunciar más que; “aquí tenéis el remedio”, extendió
la mano y lo cogí. Sobresaltados por su irónica postura mi marido cerró la
puerta y bufé tan fuerte que, ¡ostras!, al soltar el libro encima de la mesa,
para mí asombro, se abrió por la página uno.
-¿Has visto lo
que yo he visto? - dije
- ¡Nuestra
imagen predilecta! ¡La Antártida!
- Fíjate que
dice bajo la fotografía. ¡Son nuestros nombres!
Atraídos como imanes leímos la primera
línea, imbuidos por una atracción incomparable a la que habíamos sentido al
enamorarnos. Deseábamos saber sobre la vida de los protagonistas y el desenlace
final.
Y en un instante, nos sentamos en el sofá,
cogimos el libro a una y leímos hasta quedar extasiados de su contenido.
El viaje no programado al cual nos
transportó el libro nos aportó placer. Viajar junto a las letras no fue Distópico. Un hecho palpable,
que vivimos a cien. Los protagonistas fueron los causantes de nuestra
reconciliación. A partir de este bello viaje hemos vuelto a ser protagonistas
de otro de sus libros.
Podéis descargar el audio del programa aquí.
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